Aunque muchas veces he pensado sobre este tema, la idea de escribir este post me ha venido a raíz de ponerme pachucha el otro día después de hacer ejercicio. Fue cosa de 10 minutos, nada grave!
Pero mi cuerpo me habló. Me dijo "nena, para, baja el ritmo porque te estás esforzando más de lo que tu cuerpo puede soportar en estos momentos". Llevo 9 años sin hacer deporte y por lo visto tengo que empezar MUY suave, aparte de tener en cuenta la fase menstrual en la que estoy para ajustar el entrenamiento a la misma (de esto tiene que saber mucho Erika Irusta!)
Todo esto me hizo volver a caer en la cuenta de que el cuerpo nos habla, en su lenguaje de sensaciones, y que mientras estamos sumergidos en nuestra cabeza -la mayor parte del tiempo vivimos en el mundo mental-, no le prestamos atención. Ignoramos una contractura muscular, una tensión en la tripa, un dolor de cabeza, tres noches seguidas de insomnio, un estado de nerviosismo e inquietud, el cansancio... y seguimos a lo nuestro metidos en nuestra cabeza.
Hasta que al cuerpo, que te ha ido mandando avisos que has ignorado, no le queda más remedio que hacerse notar más fuerte para que oigas su mensaje. Ahí es cuando vienen los síntomas más fuertes o enfermedades, que son los únicos que nos hacen parar, mirar al cuerpo y cuidarnos. Los únicos que nos hacen ir a la cocina, prepararnos una infusión y la bolsa de agua caliente y tumbarnos en el sofá a no hacer nada y descansar.
Los únicos que nos hacen preguntarnos qué estamos haciendo mal y replantearnos cómo vamos a hacer las cosas a partir de ahora.
Mientras el "susto" no sea gordo, a mí me provoca hasta cierta dulzura estar malita por eso mismo, porque recuerdo que tengo que cuidarme y me dejo cuidar y hago cosas para mimarme y me replanteo las cosas que en el fondo sabía que no estaba haciendo correctamente hasta que se ajustan a lo que de verdad me va bien. Me hace tomar decisiones pensando en mi salud y bienestar y esas son las buenas y las que me quitan un gran peso de encima que estaba ignorando.
El cuerpo nos da la medida y tenemos que escucharlo.
He recopilado algunas frases en torno a este tema que me gustan mucho y me apetece compartir con vosotros:
Escucha tu propia voz, tu propia alma. Demasiada gente escucha el ruido del mundo, en lugar de a ellos mismos.
Tu cuerpo es como el conversador más callado con la cosa más importante que decir.
Tu cuerpo está enviándote señales durante todo el día, diciéndote si lo que estás haciendo está funcionando o no.
Si escuchas a tu cuerpo cuando te susurra, nunca tendrás que oírlo gritar.
Hace unos días estuve en una clase de iniciación a la meditación en la que hicimos un ejercicio que me parece muy interesante para prestar atención al cuerpo. Era súper sencillo, consistía en estar 10 minutos relajadas sintiendo cada parte de nuestro cuerpo, deteniéndonos en cada una, y prestando atención a todo lo que podíamos percibir por los sentidos. Entonces me di cuenta de que me apretaba el sujetador (jaja), de que se me estaban durmiendo las piernas en esa posición de yogi, de que se me relajaba un poco la contractura del trapecio izquierdo.
En resumen, fui consciente de mi cuerpo y de que me estaba contando cosas. De que continuamente el cuerpo se está comunicando con nosotras y nos da valiosa información si nos paramos a escucharlo.
Por eso me parece tan importante tener siempre un momento al día para conectar con nuestro cuerpo. En la ducha o el baño, por ejemplo. Por la noche cuando nos acostamos. Cuando cada una prefiera. Atender a las sensaciones, pensar por qué nos pueden venir y qué podemos hacer con ellas para nuestro bienestar y salud.
Y a vosotros, ¿os parece esto importante?, ¿habéis tenido alguna experiencia que os haya hecho recordar la importancia de escuchar al cuerpo?, ¿tenéis algún otro método para daros cuenta de que algo no estáis haciendo del todo bien respecto a vuestra salud? Me encantará saberlo!!